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A 10 años, ¿qué nos impulsa a seguir trabajando?


El 24 de junio de 2008 iniciábamos nuestro camino, quizás sin saberlo, como organización dedicada a trabajar por los derechos de las familias que viven en villas de la Ciudad de Buenos Aires. Hoy llegamos a nuestro 10° aniversario, una excusa para frenar, mirar hacia atrás y volver a preguntarnos: ¿qué nos motivó y nos motiva a seguir trabajando?

Las villas de la Ciudad de Buenos Aires tuvieron su origen en los años ’30-‘40, con el acelerado proceso de industrialización que atrajo a miles de familias del interior a la ciudad en busca de mejores oportunidades laborales que no encontraban en sus provincias.

Las villas surgían de la necesidad, no de la elección.

La falta de viviendas accesibles para gran parte de esta ola de migrantes, que no contaban con recursos para un alquiler o un terreno, llevó a la creación de asentamientos informales en lugares inhabitados o descampados que carecían de infraestructura urbanística.

Pensados por sus habitantes como “barrios de transición”, estos asentamientos que tenían como fin ser un puente entre la llegada a la ciudad y un lugar mejor, se volvieron permanentes.

En 1956 ya existían 21 villas habitadas por 34.000 personas en la Ciudad de Buenos Aires.

Las villas y asentamientos crecieron y avanzaron, junto con la marginación y la estigmatización que los separaba del resto de la ciudad. Históricamente, los intentos de los gobiernos por “mejorar” la situación de las villas consistieron en eliminarlas y trasladar a sus habitantes. Durante mucho tiempo, los vecinos convivieron con la incertidumbre del desalojo o el traslado forzoso a otro barrio. Entre 1976 y 1981 la población de las villas de la ciudad se redujo de 224.000 a 40.533 personas.

Y aún cuando la situación era completamente desfavorable, ahí estaban los vecinos organizándose para mejorar las condiciones de infraestructura de sus barrios. Las villas han sabido sobrevivir, pero el acceso de sus habitantes a sus derechos sigue siendo una deuda pendiente.

Crecimiento poblacional de la Villa 21-24 (Barracas)

Contar con agua potable o gas de red, conseguir una vacante escolar o un turno en el hospital, acceder a un documento, a un empleo formal en blanco, o incluso a los alimentos necesarios para cubrir las necesidades básicas son desafíos diarios para las más de 200 mil personas que viven en villas porteñas.

El 50,8% de la población de las villas de CABA se encuentra bajo la línea de la pobreza.

En estos 10 años trabajamos con más de 1000 familias en la Villa 21-24 de Barracas y en la Villa 1-11-14 de Bajo Flores buscando construir oportunidades que promuevan su desarrollo integral. Abrimos dos centros de primera infancia, un programa educativo, un centro CONIN para prevenir la desnutrición infantil y un programa de fortalecimiento comunitario, siempre teniendo como premisa conocer, escuchar y acompañar a las personas. Sin prejuicios, sin etiquetas.

La experiencia nos enseñó que no se puede transformar la realidad sin conocerla y que cuando las oportunidades existen, siempre hay alguien dispuesto a tomarlas. Por eso, hoy nuestra invitación es a conocer para comprender y a salir al encuentro de lo que queremos que sea distinto, para que todos podamos vivir en una realidad más justa y equitativa.

Hoy, 10 años después, seguimos convencidos de que queremos construir una sociedad en la que todos tengan las mismas oportunidades, para que el punto de partida no determine el punto de llegada.

Gracias por acompañarnos en estos 10 años. Sigamos construyendo juntos una sociedad sin barreras.


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