Pensar en la crianza nos lleva a reflexionar sobre las prácticas de quienes ejercen el cuidado y sostén de los niños y niñas en los primeros años, que luego se proyectan a lo largo de la vida de los niños/as.
Sabemos que no es posible para el ser humano desarrollarse sin la presencia de otros.
Daniel Calmels, psicólogo social y psicomotricista, explica que junto con las acciones destinadas a la atención del niño, como la alimentación, la higiene, el traslado, entre otras, existen acciones derivadas que tienen un carácter lúdico o pre lúdico. A estas, se las denomina juegos de crianza y han sido clasificadas en tres variantes: juegos de sostén, juegos de ocultamiento y juegos de persecución. En los distintos tipos de juego, los miedos y los impulsos agresivos son dramatizados, ordenados y desplegados como contenidos dinamizadores de la trama vincular.
Los juegos de crianza dan nacimiento a lo que se conoce como juego corporal, ya que Implican esencialmente tomar y poner el cuerpo como objeto y motor del jugar. No se trata de "juegos de ejercicios", ni de "juegos motores", ni de "juegos funcionales", ya que en estas denominaciones no se jerarquizan las manifestaciones específicas del cuerpo implicadas en la trama vincular*1.
A diferencia de la vida biológica, orgánica, el cuerpo es una construcción que no nos es dada; nacemos en procura de la construcción de nuestro cuerpo, y éste se constituye en un distintivo que nos diferencia de otros cuerpos, y al mismo tiempo, me identifica con algunos. Primero, nos identificamos con los cuerpos cercanos de la familia, después con la colectividad, que comparte usos y modos de manifestarse. De esta forma, el cuerpo se constituye en una insignia familiar y colectiva.
Sobre esta red familiar, Eva Giberti, psicóloga y asistente social, explica que la familia adquiere muchos significados, y agrega que actualmente se utiliza el término “nuevas organizaciones familiares”. El término hace referencia a que, las redes familiares son sostenidas por otros actores comunitarios, organizaciones e instituciones que tienen como finalidad promover y proteger los derechos de los niños y niñas. Estos actores, contienen a quien/es ejercen la función de la crianza, ya que éstos también necesitan estar sostenidos y cuidados en su alimentación, vivienda, salud, trabajo, redes vinculares, protección del estado, como un andamiaje que sostiene al que cría.
En este contexto, el juego representa un derecho y a la vez posibilita múltiples procesos en la vida de los niños y las niñas.
En este sentido, lo ideal es acercar propuestas de territorios lúdicos, entendidos como espacios físicos construidos y preparados intencionalmente como un escenario lúdico, con una mirada estética, donde los materiales se disponen espacialmente a modo de invitación al juego y a la exploración, fomentando la curiosidad, la creatividad, la imaginación y la autonomía.
Se busca construir un escenario de juego que, como se expresa en la pedagogía Reggio Emilia, sea un “tercer educador” que promueva posibilidades múltiples de exploración, para investigar y crear. Un espacio lo suficientemente estimulante para que los niños y sus familias puedan explorar juntos y el docente se ofrezca como sostén de lo que acontece. Contextos que representen para el niño una fuente de confianza, calidez y seguridad que posibilitarán el desarrollo de capacidades de aprendizaje escolar, de autonomía y de habilidades sociales.
Si además recuperamos lo dicho sobre la importancia de fortalecer a los adultos referentes de cuidado, realizar propuestas donde se brinde herramientas para que éstos propongan juegos tendrá un doble beneficio en términos de fortalecer las propuesta de quienes cuidan a los niños y niñas y de ofrecer un espacio lúdico de vinculación entre referentes de cuidado (generalmente padres o madres, pero no únicamente) y los niños y niñas.
Una de las problemáticas que enfrentan los niños y niñas de todo el mundo durante la etapa de la primera infancia, es que encuentran trabas a la hora de poder realizar su derecho a jugar. Generalmente, la centralidad del juego en la vida de los niños se ve malentendida e ignorada, ya que es percibido como tiempo "perdido", que se puede aprovechar mejor con actividades “útiles”, dirigidas por los adultos. La creciente presión que se ejerce sobre los niños para que alcancen buenos resultados en la escuela está reduciendo la legitimidad atribuida a lo “lúdico”.
Con excesiva frecuencia en los planes de estudio y los horarios de la jornada no se reconocen ni la necesidad del juego ni de las actividades recreativas. En los casos peores, la educación de la primera infancia se concentra en los objetivos académicos y el aprendizaje formal a expensas de la participación en juegos y de los resultados más generales del desarrollo, mientras que la enseñanza extracurricular y los deberes para el hogar invaden el tiempo libre de los niños, dejándoles poco tiempo para las actividades autodirigidas (Katz, 2012a)*2.
Por otro lado, en relación a los contextos vulnerables para que los niños experimenten la libertad de jugar, el mundo adulto que los rodea debe eliminar las barreras físicas, sociales, económicas y culturales que actualmente impiden su realización para todos los niños y niñas.
*1: https://amsafe.org.ar/wp-content/uploads/Eljuegocorporal.pdf
*2. http://iin.oea.org/pdf-iin/RH/El-derecho-al-juego.pdf
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